Amor y sueño.
Tendida y dormida entre caricias
nocturnas
vi a mi amor inclinarse sobre mi
triste lecho,
pálida como el fruto y la hoja de
lirio más oscuro,
rasa, despojada y sombría, con el
cuello desnudo, listo para ser mordido,
demasiado blanca para el rubor y
demasiado ardiente para ser inmaculada,
pero del clor perfecto, ausente de
blanco y rojo.
Y sus labios se entreabrieron
tiernamente, y dijo
-en una sola palabra- placer.
Y toda su cara era miel para mi boca,
y todo su cuerpo era alimento para mis
ojos.
Sus largos y aéreos brazos y sus manos
más ardientes que el fuego
sus extemidades palpitando, el olor de
su cabello austral,
sus pies ligeros y brillantes, sus
muslos elásticos y generosos
y los brillantes párpados daban deseo
a mi alma.
Algernon Swinburne
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