Dos rosas rojas a través de la luna
Había una dama que un gran salón vivía,
de ojos grandes, apariencia alta y esbelta;
que siempre cantaba de mediodía en mediodía,
dos rosas rojas a través de la luna.
Cierta vez un caballero llegó cabalgando
en primavera, cuando los caminos estaban resecos,
y oyó a la dama cantar al mediodía,
dos rosas rojas a través de la luna.
Sin embargo, no se detuvo del todo,
montó al galope mas allá del salón,
y dejó a la dama cantando al mediodía
dos rosas rojas a través de la luna.
Porque, de hecho, la batalla pronto se dispuso,
y el escarlata y el azul llegaron a encontrarse,
y así montó hasta el próximo y cálido mediodía,
dos rosas rojas a través de la luna.
Pero el combate se dispersó de colina en colina,
de molino en molino;
y se dijo a sí mimo, mientras se acercaba el mediodía,
dos rosas rojas a través de la luna.
Apenas podía verse entre el escarlata y el azul
un yelmo o un zapato dorado,
entonces gritó, mientras la batalla recrudecía al mediodía,
dos rosas rojas a través de la luna.
En verdad el oró perforó a través
de las lanzas teñidas de azul y escarlata,
y clamaron, al ser cortadas al mediodía
dos rosas rojas a través de la luna.
Pensé que se detenía cuando cabalgó de nuevo
por el salón, aunque empapado y sucio por lluvia,
y sus labios fueron capturados para besarlos al mediodía,
dos rosas rojas a través de la luna.
Bajo el signo de mayo ella se inclinó ante la corona,
todo era dorado, nada de color marrón,
y entonces los cuernos soplaron en el salón al mediodía
dos rosas rojas a través de la luna.
William Morris
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