Sobre el dolor de otro
¿Puedo
observar el dolor de alguien
sin sentir con él tristeza
¿Puedo contemplar
el pesar de alguien
sin intentar
aliviarlo?
¿Puedo observar
la lágrima derramada
sin compartir
el dolor?
¿Puede un padre
ver a su hijo llorar
sin someterse
a la pena?
¿Puede una
madre escuchar indiferente
el lamento de
un niño, el temor de un infante?
¡No, no! ¡Imposible!
Nunca, eso
jamás será posible.
¿Puede aquel que
todo sonríe
oír los gemidos
del ave?
¿Escuchar a sus
pequeños pesarosos y necesitados?
¿Escuchar el
llanto de los niños que sufren?
¿Sin sentarse
junto al nido
rociando de piedad
sus pechos?
¿Sin sentarse
junto a la cuna
vertiendo llanto
sobre las lágrimas del niño?
¿Y no pasarse
día y noche
secando nuestras
lágrimas?
Oh, no, eso
jamás será posible.
Nunca, nunca será
posible.
Nos reserva a
todos su alegría;
se transforma
en joven;
se transforma
en hombre compasivo.
También él
siente dolor.
Piensa que eres
incapaz de suspirar un suspiro,
sin que tu hacedor
no esté a tu lado.
Piensa que no
puedes llorar una lágrima
sin que tu
hacedor no esté llorando.
Ah, nos otorga
la alegría
que destruye
nuestras penas.
Hasta que nuestro dolor se haya vaciado,
junto a nosotros
se lamentará.
William Blake
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