sábado, 18 de mayo de 2024

Pausas

No canta el gallo. Rima

la música

de un estrella.

 

Mide

las pausas luminosas

con su reloj de arena.

 

Traza

sus órbitas de oro

en la desolación etérea.

 

La buena gente piensa

–sin embargo-

que canta una cajita

de música en la hierba.

 

José Gorostiza



Imagen:https://www.blogger.com/

sábado, 11 de mayo de 2024

Desolación

Del luto de mi noche

mi ángel funesto

tejió un velo pesado,

tupido y denso

más que las sombras

que en los hondos abismos

eternas moran.

 

Negóme desde entonces

el sol su brillo,

¡ay!, negóme la luna

su fulgor tímido,

y la esperanza

no alumbro más el yermo

de mis entrañas.

 

Por eso todo, todo..

para mi muerto.

Mudas pasan mis horas

tal como espectros…

Cabe mi oído

sólo se agita el soplo

de los olvidos.

 

Hiende el rayo al peñasco en el monte,

a la nave en el mar la tormenta,

en el aire, el halcón prende al  pájaro. 

Yen el mar, en el aire, en la tierra,

todos prenden y acosan al hombre

de desgracia acusado y pobreza.

 

Es obligado tema de sensibles cantores

el amor y sus penas, el beso o la mirada

del dulce ser querido, la dicha malograda

o la esperada dicha con sus vagos temores.

 

Después vienen los pájaros, el mar o el arroyuelo,

la tempestad que brama o la brisa sonora

que hace hablar al  follaje mientras nace la aurora

o alza la mariposa el inconstante vuelo.

 

Mas, ¿qué nube es aquella que, elevada,

llena de luz, por el oriente asoma,

virgen que viene en su pudor velada,

temprana flor con su primer aroma?

¿Quién la que en tronos de zafir sentada,  

blanca, pura y sin hiel, dulce paloma,

desciende hacia la tierra en raudo vuelo,

abandonando por la tierra el cielo?

 

¡Es ella! ¡Una mujer! Fuente de vida,

diosa inmortal de pensamiento altivo, 

del seno  de los ángeles venida

para librar mi corazón cautivo:

es fruto de verdad, fuente querida 

de quien mi libre inspiración recibo;

es la  que, madre  de las madres, lleva

¡nombre de bendición!, el nombre de Eva.

 

Como las auras del abril, liviana;

como la luz del  sol, fuerte y hermosa,

es ella de quien dicen flor temprana.

Fuente sellada, estrella misteriosa:

su rostro del color de la mañana

suelta la blanda cabellera undosa,

la palabra suave, el paso leve

que a su ligero andar las flores mueve.

 

Mas hay en su mirada una tristeza

de inefable amantísimo delirio,

que aumenta el resplandor de su belleza,

la llama santa de un feliz martirio,

¡Oh pura fuente de inmortal limpieza,

sobre las ondas desmayado lirio!

¡oh cuán amada por tus penas eres,

mujer en quien esperan las mujeres!

 

En medio del silencio, allá en la noche,

madre de los misterios,

llenaban el espacio ecos suavísimos,

armónico concierto

de entrecortadas frases y caricias,

de suspiros, de quejas y de besos.

 

¡Ay! Eran él y ella.

Espíritus de fuego,

almas que envueltas en ardiente llama

devoraban placeres y deseos.

 

-La vida es breve… amémonos. Decían.

-¡Tan veloz corre el tiempo!...

Y en su ansia loca, y en su afán ardiente

más que el viento esta vez corrieron ellos.

 

Tras de las largas misteriosas noches

un sol primaveral brilló sereno,

y uno al otro en silencio se miraron

con espanto y con miedo…

 

-Pero si ésta es la vida,

-murmuraron después- ¿a qué ir más lejos?

Y cual duerme un cadáver en su tumba

uno en brazos del otro se durmieron.

Rosalía de Castro

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domingo, 5 de mayo de 2024

Un sueño dentro de un sueño

¡Toma este beso en la frente!

Y al partir ahora de ti,

déjame así confesar

que no eres tú, que juzgas

que han sido un sueño mis días;

mas si ha huido la esperanza

en una noche, en un día.

en una visión, sin ella

¿se habrá ido por eso menos?

Todo aquello que vemos o nos parece ver

no es más que un sueño dentro de otro sueño.

 

Me hallo en medio del bramido

de una costa que las olas

baten y tengo en mi mano

granos de dorada arena...

¡pocos!, mas ¡cómo se escurren

al abismo entre mis dedos

mientras lloro... mientras lloro!

¡Oh, Dios! ¿no uedo aferrarlos

con un apretn más firme?

¿no puedo salvar ni uno

de la ola despiadada?

¿Todo aquello que vemos o nos parece ver

no es más que un sueño dentro de otro sueño.

Edgar Allan Poe

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