jueves, 27 de octubre de 2022

El sueño

 

Amor, nada excepto tú

habría roto este sueño repentino,

un reflejo destinado, excesivo,

intenso para ser apenas un fantasma.

Es sabido de tu parte despertarme,

mas mi sueño nunca desgarras:

eres tan cierta que pensarte alcanza

para volver verdad sueños y ficciones;

entra en estos brazos, ya que decidiste

que no soñara mi sueño completo,

juntos, actuemos el resto.

Como un relámpago, o la luz de una vela,

tus ojos me despertaron,

al principio creí (pues amas la verdad), que eras un ángel,

hasta que vi que veías por dentro

mi corazón y mi centro

mejor que los ángeles,

que sabías de  mi sueño –que estaba soñando-,

y en qué momento me despertaría.

Viniste y confieso que entonces

habría sido herejía creer

que tú no fueras otra que tú.

Venir y quedarte conmigo te reveló,

pero levantarnos me hace preguntarme

si tú aún eres tú.

Débil es el amor si enfrenta al miedo,

ya no es espíritu puro, certero,

si en él se funden el miedo, vergüenza y  honor.

Tal vez como una antorcha que debe estar lista

para apagar y encender si hace falta,

así me tratas tú, pues vienes para iluminarme,

y te vas para volver.

Entonces yo soñaré esa misma esperanza

una vez más, o si no, moriré.

John Donne

Imagen:https://www.blogger.com/

jueves, 20 de octubre de 2022

La gota de hiel

¡Jehovah, Jehovah, tu cólera me agobia!

¿Por qué la copa del martirio llenas?

Cansado está mi corazón de penas.

Basta, basta, Señor.

Hierve incendiada por el sol de Cuba

mi sangre toda y de cansancio expiro,

busco la noche, y en el lecho aspiro

fuego devorador.

 

¡Ay, la fatiga me adormece en vano!

Hondo sopor de mi alma se apodera

¡y siéntanse a mi pobre cabecera

la miseria, el dolor!

Roncos gemidos que mi pecho lanza

tristes heraldos son de mis pesares,

ay, a mi mente descienden a millares

fantasmas de terror.

 

¡Es terrible tu cólera, terrible

Jehovah, suspende tu venganza fiera

o dame fuerzas, Oh Señor, siquiera

para tanto sufrir.

Incierta vaga mi extraviada mente,

busco y  no encuentro la perdida ruta,

sólo descubro tenebrosa gruta

donde acaba el vivir.

 

Yo sé, Señor, que existes, que eres justo,

que está a tu vista el libro del destino,

y que vigilas el triunfal camino

del hombre pecador.

Era tu voz la que en el mar tronaba

al ocultarse el sol en occidente,

cuando una ola rodaba tristemente

con extraño fragor.

 

Era tu voz y la escuché temblando.

Clavóse un tanto mi tenaz dolencia,

yo adoré tu divina omnipotencia

como cristiano fiel.

¡Ay, tú me ves Señor! Mi triste pecho

cual moribunda lámpara vacila

y en él la suerte sin cesar destila

una gota de hiel.

Ignacio Rodríguez Galván

Imagen:https://www.blogger.com/

viernes, 14 de octubre de 2022

Himno de la noche

Súplica al Creador

 

¡Oh sol! ¡noble gigante de hermosura,

y astro rey en tu trono de volcanes!

¡Guerrero cuya nítida armadura

deslumbró en feroz lid a los Titanes!

 

Las águilas del Líbano altaneras,

cuando dorabas hoy la antigua Tiro,

te admiraron subiendo a las esferas,

yo que pierdo tu luz, también te admiro.

 

Su pupila tenaz osadamente

se fijó en tu zenit esplendoroso;

yo al morir en los mares de Occidente

te saludo no más, rey luminoso.

 

Faro inmortal del mundo a quien das vida.

Eterno en juventud y en el encanto,

sombra del hacedor, piedra caída

de la esmaltada fibra de su manto.

De la muerte del día plañideras

le siguen al sepulcro largas sombras,

que borran la esmeralda en las praderas,

desatando sus tétricas alfombras.

 

Su tapiz vaporoso sin colores

enluta en fuente azul blancas espumas,

los pétalos de nácar en las flores,

y en las aves el iris de las plumas.

 

En el tronco de un árbol carcomido

no duerme eternamente el aura leve,

pero lánguida vaga sin sonido

temiendo desplegar alas de nieve.

 

Tal vez el bardo así, cuando es de hielo

sin juventud ni amor, triste suspira,

y teme levantar su canto al Cielo,

recorriendo las cuerdas de la lira.

 

Roto el prisma falaz de las pasiones,

que me presenta un mundo de placeres,

y sobre pedestales de ilusiones

ídolos de jazmín en las mujeres.

 

Cuando el Edén de mágico contento,

como insecto de un día vaga y zumba,

se vista de color amarillento,

mostrando en vez de flor, mármol de tumba,

 

deme el Cielo en la choza solitaria

del arpa de Sión la melodía,

y escríbase en mi losa funeraria:

¡Dios Amor, y la dulce Poesía.’

 

Más sombras obre el mudo cada instante!

Pero avanza un lucero a las estrellas

mientras detrás del eje rutilante

en lejanos cohortes siguen ellas.

 

Dime, luz bienhechora, ¿dó caminas?

¿velas sobre los sueños, les asistes,

y con el resplandor los iluminas,

repartiéndolos tú blandos o tristes?

 

¿Eres cuna do el ángel se adormece?

¿O estás cual atalaya prevenida

que avisas al amante que anochece

para que vuele a ver a su querida?

 

¡Delicioso jardín...! en una rosa

se duerme una cantárida dorada,

mientras una nocturna mariposa

turba el sueño y le roba la morada.

 

En la hierba fosfórico gusano

enciende su fanal, o su lumbrera

émula del cocuyo americano,

que si marcha, le sigue compañera.

 

Y las plantas acuáticas que solas

aman perenne humor, sacan aprisa

del cristal adormido sus corolas,

para gozar los besos de la brisa.

 

Un insecto de púrpura y topacio

sobre flexible tallo se asegura,

y a una cerrada flor que es su palacio

estas quejas tristísimas murmura:

 

¡Ábreme, hermana mía, el blanco seno,

que vengo fatigado del camino;

por extraño persil de lilas lleno

me perdí susurrante peregrino.

 

Me persiguió un rapaz de ojos azules

y por huir su mano codiciosa,

escondido entre ramas de abedules,

me sorprendió la noche tenebrosa.

 

Al tiempo de besarse dos amantes

crucé por una gótica ventana,

y sus ósculos tiernos y constantes

empañaron mis alas de oro y grana.

 

Gozaba en su balcón auras amenas

una bella de formas celestiales;

quise entrar en su pecho de azucenas,

y huyó de allí cerrando sus cristales.

 

Errante voy, y encuentro poseído

todo cáliz, do bebo la ambrosía,

de sonoro amador que está dormido;

‘Ábreme tu capullo, hermana mía.’

 

Poco a poco la flor va desplegando

su seno virginal al que la llama

y ofrece su cariño lecho blando...

’Delicioso jardín!... esa flor ama.

 

¿Dó camináis vosotras, bellas nubes

flotando sobre brisas regaladas?

¿Vais a servir de tienda a los querubes?

¿Vais a servir de tálamo a las hadas?

 

¿Vais a llevar los sueños a otras zonas?

¿O a mentir a mis ojos soñolientos,

con la luz de la luna hinchadas lonas

de bajeles, en mares turbulentos?

 

Si al ocultarse el sol, según sus leyes,

flotabais como ricos pabellones,

que en las solemnes fiestas de sus reyes

enarbolan los pueblos y naciones;

 

Si vestíais de azul y de escarlata,

¿quién os ha concedido blanco velo

con profusión de aljófares y plata,

vestales de la bóveda del cielo?...

 

Huid, y el rayo hermoso de la luna

brille sobre mi rostro tibiamente,

que le profeso amor desde la cuna,

y es única corona de mi frente.

 

‘Arrecia con furor el raudo viento!

¿Qué suspiráis, sonoros vendavales,

 en las torres de alcázar opulento?

¿Qué gemís en sus largos espirales?

 

Murmuráis del magnate: cien bugías

en un ambiente de ámbares y rosa

sus noches aclarecen como días,

el estruendo de orquesta sonorosa.

 

Vense tras de los vidrios, entre sedas

cruzar nobles y duques y barones,

y danzar a compás vírgenes ledas,

ninfas de flor, con alas de ilusiones.

 

Y mientras el palacio se alboroza

duerme el pobre en las piedras de la esquina,

lo desvela la rápida carroza,

y otra vez en el polvo se reclina.

 

¡Ricos!... en los banquetes abundosos,

si disfrutáis placeres, dad al menos;

si dais de lo sobrante, sois piadosos,

si de lo necesario, seréis buenos.

 

Debajo del suntuoso artesanado 

no habitarán tristezas que os devoran,

y el ángel del reposo regalado

de  noche os dará sueños que enamoran.

 

Dios de luz, de noches y de días,

que pintas el celaje de la aurora,

Dios de mis esperanzas y alegrías,

oye mi voz, mi corazón te adora.

 

Concede tu esperanza a mi tormento,

a mi duda tu fe y tus resplandores,

y el bálsamo feliz del sufrimiento,

cuando se multipliquen mis dolores.

 

Tenga tranquilo hogar, pecho sin hieles,

palabras de tu amor, rostro sin ceño,

el  pan de  mi trabajo, amigos fieles,

y de tu santa paz el dulce sueño.

Juan Arolas

Imagen:https://www.blogger.com/

martes, 4 de octubre de 2022

Estuans interius

 

Estuans interius

ira vehementi

in amaritudine

loquor mee menti:

factus de materia

cinis elementi

similis sum folio,

de quo ludunt venti.

 

Cum sit enim proprium

viro sapienti

supra petram ponere

sedem fundamenti,

estultus ego comparor

fluvio labenti,

sub euem tramiten

umquam permanente.

 

Feror ego veluti

sine nauta navis,

ut per via aeris

vaga fertur avis;

non me tenent vincula,

non me tenet clavis,

quero mihi similes

et adiungor pravis.

 

Mihi cordis gravitas

res videtur gravis

iocis est amabilis

dulciorque favis;

quicquid Venus imperat,

labor est suavis,

que nunquam in cordibus

hábitat ignavis.

 

Via lata gradior

more juventutis

inplicor et vitiis

inmemor virtutis,

voluptatis avidus

magis quam salutis,

mortuus in anima

curam gero cutis.

 

Ardiendo interiormente

(Traducción)

 

Ardiendo interiormente

con ira vehemente,

en mi amargura

hablo conmigo mismo.

De materia hecho,

mi elemento es la ceniza,

soy como una hoja

con la que los vientos juegan.

 

En vista de que es lo propio

para que un hombre sabio

pueda colocar sobre la roca

los cimientos de su m orada,

soy indómito,

como in río impetuoso,

bajo cuyo curso

nada perdura.

 

Soy arrastrado violentamente

como una nave sin marinero,

 igual que por los aires

vaga una ave extraviada.

Las cadenas no me atan,

una llave no me retiene;

busco a aquellos que son como yo,

y me encuentro con la perversidad.

 

La languidez de mi corazón

parece un asunto grave;

bromear es agradable

y más dulce que los panales.

Todo lo que Venus pueda ordenar

es muy agradable,

ella nunca habita

en los corazones indolentes.

 

Sobre un escabroso camino voy,

como cualquier hombre joven,

sumergido en la depravación,

olvidando la virtud,

ávido de placer

más que de salud,

muerto en espíritu

yo cuido mi piel.

Carmina Burana