martes, 28 de noviembre de 2023

De profundis clamavi

Imploro tu piedad, Tú, el único que yo amo,

desde el fondo del abismo oscuro donde mi corazón ha caído.

Es un universo triste de horiznte plúmbeo,

donde flotan en la noche el horror y la blasfemia;

un sol sin calor se cierne por encima seis meses,

y los otros seis la noche cubre la tierra.

Es un lugar más desnudo que la tierra polar

-ni bestias, ni arroyos, ni verdor, ni bosques-

Pues bien, no hay horror en el mundo que supere

la fría crueldad de este sol de hielo

y esta inmesa noche semejante al viejo Caos.

Envidio la suerte de los mas viles animales

que pueden sumergirse en un sueño estúpido.

¡A tal punto la madeja del tiempo lentamente se devana!

Charles Baudelaire

Imagen:https://www.blogger.com/

martes, 21 de noviembre de 2023

Al sueño

¿Con qué culpa tan grave,

sueño blando y suave,

pude en largo destierro merecerte

que se aparte de mí tu olvido manso?

Pues no te busco yo por ser descanso,

sino por muda imagen de la muerte.

Cuidados veladores

hacen inobedientes mis dos ojos

a la ley de las horas;

no han podido vencer a mis dolores

las noches, ni dar paz a mis enojos.

Madrugan más en mí que en las auroras

lágrimas de este llano;

que amanece a mi mal siempre temprano.

Y tanto que persuade la tristeza

a mis dos ojos, que nacieron antes

para llorar que para ver. Tú, sueño,

de sosiego los tienes ignorantes,

de tal manera, que al morir el día

con luz enferma vi que permitía

el sol que le mirasen en poniente.

Con pies torpes al punto, ciega y fría,

cayó de las estrellas, blandamente

la noche, tras las pardas sombras mudas,

que el sueño persuadieron a la gente.

Escondieron las galas a los prados

y quedaron desnudas

estas laderas, y sus peñas, solas;

duermen ya entre sus montes recostados

los mares y las olas.

Si con algún acento

ofenden las orejas,

es que entre sueños dan al cielo quejas

del yerto lecho y duro acogimiento

que sueños hallan en los cerros duros.

Los arroyuelos puros

se adormecen al son del llanto mío,

y a su modo también se duerme el río.

Con sosiego agradable

se dejan poseer de las flores;

mudos están los males,

no hay cuidado que hable,

faltan lenguas y voz a los dolores,

y con todos los mortales

yace la vida envuelta en alto olvido.

Tan sólo mi gemido

pierde el respeto a tu silencio santo,

yo tu quietud molesto con mi llanto

y te desacredito

el nombre de callado, con un grito.

 

Dame, cortés mancebo, algún reposo:

no seas digno del nombre de avariento

en el más desdichado y firme amante

que lo merece ser por dueño hermoso.

Débate alguna pausa mi tormento.

Gózante en las cabañas

y debajo del cielo

los ásperos villanos;

hállate en el rigor de los pantanos

y encuéntrate en las nieves y en el hielo

el soldado valiente

y yo no puedo hallarte, aunque lo intente,

entre mi pensamiento y mi deseo.

Ya, pues, con dolor creo

que eres más riguroso que la tierra,

más duro que la roca,

pues te alcanza el soldado envuelto en guerra,

y en ella mi alma por jamás te toca.

Mira que es gran rigor, dame siquiera

lo que de ti desprecia tanto avaro

por el oro que alegre considera

hasta que da la vuelta el tiempo claro;

lo que había de dormir en blando lecho

y da el enamorado a su señora,

y a ti se te debía de derecho.

Dame lo que desprecia de ti agora

por robar el ladrón, lo que desecha

el que envidiosos celos tuvo y llora.

Quede en parte mi queja satisfecha,

tócame con el cuento de tu vara;

oirán siquiera el ruido de tus plumas

mis desventuras sumas;

que yo no quiero verte cara a cara,

ni que hagas más caso

de mí, que hasta pasar por mí de paso;

o que a tu sombra negra por lo menos,

si fueras a otra parte peregrino,

se te haga camino,

por estos ojos de sosiego ajenos;

quítame, blando sueño, este desvelo,

o de él alguna parte,

y te prometo, mientras viere el cielo

de desvelarme solo en celebrarte.

Francisco de Quevedo

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martes, 14 de noviembre de 2023

Amor y una pregunta

Un extraño llegó hasta la puerta en el ocaso

y habló con el justo novio.

Llevaba una vara blanca y verde en la mano,

que a su vez, sostenía todas sus posesiones.

Preguntó, más con los ojos que con los labios,

si habría refugio para él durante la noche,

y se volvió para mirar la distancia del camino,

sin luces ni ventanas iluminadas.

 

El novio dio un paso y cruzó la puerta diciendo:

miremos hacia el cielo,

y preguntemos por la noche que vendrá,

tú y yo, extraño compañero.

Las hojas de la vid cubrían el patio;

los frutos de la vid eran azules.

Otoño, sí, pero el invierno estaba en el aire;

extraño, ojalá lo supiera.

 

Dentro, la novia yacía sola en el atardecer,

inclinada sobre el fuego del placer,

su rostro brillaba rojo frente al carbón,

y rosa era el deseo y el pensamiento del corazón.

 

El novio observó el como desgastado,

sin embargo, la vio a ella en el interior,

y deseó su corazón en un cofre de oro,

inmóvil con un alfiler de plata.

 

El novio pensó en un pequeño obsequio,

algo de pan, una bolsa para el descanso,

una oración sincera por los pobres de Dios,

o una maldición para los ricos.

 

Pero si aquel extraño fue consultado o no,

sobre la muerte del amor de dos,

por albergar la pena en la noche que vendrá,

el novio nunca lo supo, pero deseó saberlo.

Robert Frost

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jueves, 9 de noviembre de 2023

Requiescat

Pisa ligeramente, ella está cerca,

bajo la nieve;

habla suavemente, ella puede oír crecer

las margaritas.

Toda su brillante cabellera dorada

está empapada por la herrumbre;

ella, que era joven y bella,

se ha convertido en polvo.

Semejante al lirio, blanca como la nieve.

Apenas sabía

que era mujer,

tan dulcemente había crecido.

Las tablas del ataúd y una pesda losa

se apoyan sobre su pecho;

mi solitario corzón está afligido;

ella descansa en paz.

Silencio, silencio, ella no puede oír

la lira o el soneto;

toda mi vida está enterrada aquí,

amontonad tierra sobre ella.

Oscar Wilde

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viernes, 3 de noviembre de 2023

¿De qué modo te amo?

¿De qué modo te amo? Deja que cuente las formas;

te amo desde el hondo abismo hasta la región más alta

que mi alma pueda alcanzar, cuando persigo en vano

las formas del Ser y la Gracia.

 

Te amo en el calmo instante de cada día,

con el sol y la tenue luz de la lámpara.

Te amo en libertad, como se aspira al Bien;

te amo con pureza, como se alcanza la Gloria.

 

Te amo con la pasión que antes puse

en mis viejos lamentos, con mi fe de niña.

Te amo con la ternura que creí perder

cuando mis santos se desvanecieron.

 

Te amo con cada frágil aliento

con cada sonrisa y con cada lágrima de mi ser;

 y si Dios así lo desea,

tras la muerte te amaré aun más.

Elizabeth Barrett Browing

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