Resurgemus
No te lloro: no hay palabras que expresen
la solemne calma que atravesó mi pecho
cuando supe que tu alma había pasado
de la tierra a su descanso eterno;
porque la duda y la oscuridad, sobre tu cabeza,
para siempre agitaron sus alas de cóndor;
en sus tenebrosas sombras engendraron
formas de cosas indecibles,
y alrededor de tu bogar silencioso,
tu gloria que una vez se sonrojó y floreció
no era más que un sueño vagamente recordado
de ‘los viejos tiempos sepultados’.
Aquellos ojos melancólicos que parecían
mirar más allá de todos los tiempos, o encendidos
en los ojos que amaban, tan suavemente radiantes,
que pocos aprendieron su místico lenguaje.
Cuán pocos podían leer sus profundidades
o conocer el corazón orgulloso y olvidado que habitaba solo
en hermosos palacios de aflicción
como Eblis en su trono ardiente.
¡Ah! Ningún corazón humano podría tolerar
esa oscuridad de tu condenación para compartir,
y ningún ojo vivo podría mirar
ileso tu terrible desesperación.
Sin embargo, mientras dure la noche de la vida
mientras las lentas estrellas rueden sobre mí,
en las soledades del corazón mantengo
una vigilia solemne por tu alma.
Camino oscuros pasillos de clausura,
sobre tumbas que suenen solemnes;
mientras sobre el mirador, como un manto,
ondea una sombra oscura y fúnebre.
Allí, arrodillada junto a un santuario
sin lámparas,
sola en medio de un lugar de tumbas,
mi espíritu errante suplica por el tuyo
hasta que la luz brille en las flores orientales.
Oh, cuando todas tus faltas sean perdonadas,
la vigilia de mi vida se cumplirá
en alguna tranquila altura del cielo,
el sueño de tu pensamiento profético.
Siempre cera de ti, alma en alma,
cerca de ti para siempre, pero ¡cuán
lejos
pueden nuestras vidas alcanzar la meta perfecta
del amor
en el orden superior de tu estrella!
Sarah Helen Whitman
Traducción: Sabastian Beringheli
Imagen:https://www.blogger.com/