sábado, 14 de enero de 2023

El muchacho de Egremond

¿Qué resta cuando huye la Esperanza?

Ella contestó: ‘Un Llanto Infinito.’

Pues en el ojo del pastor ella leyó

quién yacía en su lecho.

En Embsay rugieron las campanas,

la daga despertó en Barden;

los sonidos mezclados se hinchaban, muriendo

y abajo en el Wharfe tronaban los gritos;

cerca del refugio en el bosque

vestido de tartán y forestal verde,

con el sabueso amarrado y el halcón en su capucha,

el  Muchacho de Egremond fue visto.

Alegre era su canto, un canto de tiempos antiguos;

pero donde las rocas se parten en dos

y el río se precipita,

¡su voz no volvió a oírse!

¡Sólo un paso! Y el golfo atravesó;

¡pero aquel paso fue su último!.

Como la niebla devora su camino,

 (Una nube que se cierra día y  noche),

el sabueso amarrado oliendo

al amo y también su halcón.

Aquel estrecho de ruido y batalla

recibieron el resto de su Vida.

Allí, ahora tocan las campanas;

el Miserere, debidamente cantado;

y los hombres santos, encapuchados,

vagan arriba y debajo de los bosques.

¿Qué provecho hemos sacado?

Señor despiadado,

no te has estremecido cuando la espada

vació su furia sobre el joven corazón,

sobre el desvalido y el inocente.

Siéntate ahora y responde por cada gemido.

El niño ante ti es sólo tuyo.

Y aquello que por allí vaga,

es una madre en su desesperación,

a menudo lo recordará, despertando, durmiendo,

a los que lloraron junto al Wharfe;

a los que nunca serán consolados

cuando el río se bautizó con sangre.

Samuel Rogers

Imagen:https://www.google.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario