jueves, 7 de julio de 2022

La locura de Tristán

 

Marc le dice: Bienvenido amigo,

¿de dónde venís? ¿qué habéis requerido de la corte?

 

El loco responde: Bien, os diré

de dónde soy y lo que quiero.

Mi madre fue una ballena,

en el mar se convirtió en sirena,

pero dónde nací no lo sé.

Sé muy bien que me alimentó

un gran tigre que me encontró

y sobre una escalera me vio

creyéndome un ciervo, su cena.

Pero también tengo una hermana muy bella,

que os entregaré, si lo deseas, por Iseo que tanto amáis.

 

El rey se sonríe y después exclama:

¿qué dice la maravilla del mundo?

 

Rey, yo os daré a mi hermana Iseo,

que por amor yo amo,

hacemos negocio, hacemos intercambio:

bueno es ensayar lo extraño.

De Iseo todos están aburridos,

una por otra es mi deseo.

 

El rey lo escucha y luego dice:

que Dios te ayude.

¿Si yo te entregara a mi reina en herencia,

y tomando tu herencia,

dime entonces qué harías?

¿A qué lugar la llevarías?

 

Rey, dice el loco, allí en el aire

tengo un salón al que siempre retorno,

de cristal está hecho, bello y grande,

el sol entra radiante,

en el aire flota, y de las nubes cuelga,

por el viento no se mece ni se hunde.

Cerca del salón una habitación poseo,

hecha por artesanos del cristal.

 

El rey y los otros se ríen, y dicen entre ellos:

es un buen loco, dice cosas buenas,

buenas palabras sobre la nada.

 

Rey, dice el  loco, mucho amo a Iseo,

por ella mi corazón sufre y se queja.

Yo soy Tantris, el que tanto la amaba

y la amará mientras viva.

 

Iseo le escucha, y su corazón suspira,

hacia el loco corre y con ira dice:

el loco a Iseo mucho atiende, 

lo que no hacía con la otra gente,

bien percibe que está furiosa

pues parece mudar de color.

 

Después dice el loco: reina Iseo, yo soy Tantris,

quien os amó sólo a vos,

debo recordaros cuando fui herido,

-muchos hombres lo saben también-

cuando luché con Morholt

y allí fui herido.

Porque la espada estaba emponzoñada,

y el hueso de la cadera me cortara,

en el hueso entró y hueso se hizo.

Asentado este dolor ningún médico

pudo curarlo por lo que morir me siento.

 

Al mar me hago, el velamen muerto,

tanto me aburre y languidece el viento,

que, con gran tormenta, se levanta

y persigue mi nave hasta Irlanda.

A este país llegué,

¿a quién debería temer?

si a Morholt destrocé.

Prisionero y herido,

el arpa fue mi consuelo,

y a la corte me fui enviado.

La reina allí lava mis heridas,

recompensada sea por el romance en mis cuerdas,

romances bretones de mi tierra.

Recordad entonces, mi señora,

que por vuestra medicina he curado,

que yo soy Tantris,

¿no soy yo?

¿no soy el que habéis visto?

Anónimo (Siglo XII)

Imagen:https://www.blogger.com/

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