martes, 3 de mayo de 2022

Kubla Khan

(Fragmento)

En Xanadú se hizo construir

Kubla Khan un fastuoso palacio;

allí donde el sagrado río Alfa

discurría

a través de grutas inconmensurables

para el hombre

hasta precipitarse en un mar sin sol.

Así pues, diez millas de terreno fértil

fueron cercadas de muros y torres:

y surgieron jardines en los que brillaban

sinuosos arroyos

y donde crecían abundantes árboles

del  incienso:

y había bosques tan viejos como las colinas

rodeando los prados iluminados por el sol.

¡Mas, ved aquel romántico y profundo abismo abierto

en el costado de la verde colina,

bajo la sombra de los cedros!

¡Qué lugar tan agreste!

¡El más sagrado y lleno de encantamientos

que jamás fue visitado bajo la luna menguante

por la mujer que clama por su demonio amante!

Y de este abismo, bullendo en incesante remolino,

como si la tierra respirara con ansioso jadeo,

brotó al instante un abundante manantial;

y en medio de su repentino e intermitente impulso

enormes fragmentos de roca saltaban como el granizo

o como el trigo que se separa de la paja

bajo los golpes del trillador;

y en medio del incesante resonar de las rocas

que danzaban en el aire,

surgió a borbotones el sangrante río.

Trazando laberínticos meandros,

a lo largo de cinco millas discurría

el sagrado río a través de bosques y valles,

hasta llegar a las cavernas inconmensurables para el hombre

y hundirse con su estruendo en un océano sin vida:

y en medio de este estruendo, oyó Kubla a lo lejos

las voces de sus antepasados que profetizaban la guerra,

La sombra del palacio deleitoso

se reflejaba en medio de las olas,

allí donde se oían los ritmos mezclados

del manantial y los abismos.

 

Era una maravilla de peculiar diseño

este palacio de los deleites bañado por el sol

sobre cavernas de hielo.

De una jovencilla que llevaba un dulcémele

tuve una vez una visión:

era una doncella abisinia,

y tocaba su dulcémele

mientras cantaba del monte Abora.

Si fuera capaz de revivir en mí

la música y la letra de su canción

me sentiría penetrado de tan profunda delicia,

que, con música aguda y prolongada,

sería capaz de construir en los aires el palacio,

¡Ese palacio soleado! ¡esas grutas de hielo!

Y todos los que oyeran mi música los verían,

y gritarían todos: ¡Cuidado, cuidado!

¡Mirad sus ojos centelleantes, su cabello desmelenado!

Tejez tres veces en torno a él un círculo

Y cerrad los ojos con terror sagrado,

pues él se ha alimentado de ambrosía

y ha bebido la leche del paraíso.

Samuel Taylor

Imagen:https://www.blogger.com/

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