domingo, 29 de mayo de 2022

Mercar vos quiero, la mi mujer

 

Mercar vos quiero, la mi mujer,

mercar vos quiero un par de shuecos.

 

Pie tuerto no mete shueco.

 

¡Con esto, la mi mujer,

echémos el tiempo en el beber!

 

Mercar vos quiero, la mi mujer,

mercar vos quiero un par de calsas (medias).

 

Pachá (pierna) blanca no mete calsa,

pie tuerto  no mete shueco.

 

¡Con esto, la mi mujer,

echémos el tiempo en el beber!

 

Mercar vos quiero, la mi mujer,

mercar vos quiero un par de bragas.

 

Las bragas se me hacen llagas,

pachá blanca no mete calsa,

 pie tuerto no mete shueco.

 

Con esto, la mi mujer,

echémos el tiempo en el beber!

 

Mercar vos quiero, la mi mujer,

mercar vos quiero una camisa.

 

La camisa a mí me stringe (aprieta)

las bragas se me hacen llagas,

pachá blanca no mete calsa,

 pie tuerto no mete shueco.

 

Con esto, la mi mujer,

echémos el tiempo en el beber!

 

Mercar vos quiero, la mi mujer,

mercar vos quiero un antarico (túnica)

 

El antarico me va curtico,

la camisa a mí me stringe (aprieta)

las bragas se me hacen llagas,

pachá blanca no mete calsa,

 pie tuerto no mete shueco.

 

Con esto, la mi mujer,

echémos el tiempo en el beber!

 

Nercar vos quiero, la mi mujer,

mercar vos quiero una capitanica (camisa)

 

La capitanica me va estrechica,

el antarico me va curtico,

la camisa a mí me stringe (aprieta)

las bragas se me hacen llagas,

pachá blanca no mete calsa,

 pie tuerto no mete shueco.

 

Con esto, la mi mujer,

echémos el tiempo en el beber!

(Canción Judeo-sefradí)

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domingo, 22 de mayo de 2022

La Fortuna

 

La noche es un océano en calma,

goce y pena y lamentos de amor

se acercan de manera confusa

en la suave marejada.

 

Los deseos son como las nubes,

navegan por los espacios aéreos,

¿quién reconoce en el viento ligero

si son sueños o pensamientos?

 

Aunque cierre la boca y el corazón,

que alegres lloran a las estrellas,

en el abismo mudo del alma

permanece la suave marejada.

Joseph von Eichendorff

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domingo, 15 de mayo de 2022

¿Dónde vas, Alfonso XII?

-¿Dónde vas, Alfonso XII?

¿Dónde vas, triste de ti?

–Voy en busca de Mercedes

que ayer tarde no la vi,

que ayer tarde no la vi.

 

.-Si Mercedes ya se ha muerto,

el entierro yo lo vi,

cuatro duques la llevaban

por las calles de Madrid,

por las calles de Madrid.

 

Su carita era de cera,

sus manitas de marfil

y el velo que la cubría

de color carmesí,

de color carmesí.

 

Sandalias bordadas de oro

llevaba en  sus lindos pies:

que se los bordó la Infanta,

la Infanta Doña Isabel,

la Infanta Doña Isabel.

 

El manto que la envolvía

era rico terciopelo

y en letras de oro decía:

‘ha muerto cara de cielo’,

‘ha muerto cara de cielo’.

 

Los caballos de palacio

ya no quieren pasear

porque se ha muerto Mercedes

y luto quieren llevar,

y luto quien llevar.

 

Los faroles de las calles

con negras gasas están

porque se ha muerto Mercedes

y luto quieren guardar,

y luto quieren guardar.

 

-Al entrar en  mi palacio,

una sombra negra vi,

cuanto  más me retiraba,

más se venía hacia mí,

más se venía hacia mí.

 

-No temas, Alfonso XII,

ni te asustes ¡ay de mí!

que soy tu esposa Mercedes

que me vengo a despedir,

que me vengo a despedir.



lunes, 9 de mayo de 2022

Veris leta facies


Veris leta facies

mundo propinatur,

hiemalis acies

victa iam fugatur,

in vestitu vario

Flora principatur,

nemorum dulsisono

que cantu celebratur.

 

Flore fusus gremio

Phebus novo more

risum dat, hoc vario

iam stipate flore.

Zephyrus nectareo

spirans in odore.

Certatim pro bravio

urramus in amore.

 

Cytharizat cantico

dulcis Philomena,

flore rident vario

prata iam serena,

salit cetus avium

silve per amena,

chorus promit virginum

iam gaudia millena,

 

Carmina Burana

 

La cara jovial de la Primavera

(Traducción)


La cara jovial de la Primavera

está de frente al mundo;

la severidad del inverno

ahora huye derrotada

con variada vestimenta.

Flora reina,

y en el espeso bosque

es alabada con agradables himnos.

 

Postrado en el regazo de Flora,

Febo nuevamente

ríe con más de una

flor a la que está unido.

Céfiro con dulce aliento

perfuma su camino.

Nos abandona raudo

para competir por el premio del amor.

 

Aves cantando,

dulce Filomena;

varia flores sonrientes

en prados apacibles;

una bandada de pájaros revolotea

por el bosque placentero,

y un coro de doncellas ofrece

felicidad por millares.

Carmina Burana

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martes, 3 de mayo de 2022

Kubla Khan

(Fragmento)

En Xanadú se hizo construir

Kubla Khan un fastuoso palacio;

allí donde el sagrado río Alfa

discurría

a través de grutas inconmensurables

para el hombre

hasta precipitarse en un mar sin sol.

Así pues, diez millas de terreno fértil

fueron cercadas de muros y torres:

y surgieron jardines en los que brillaban

sinuosos arroyos

y donde crecían abundantes árboles

del  incienso:

y había bosques tan viejos como las colinas

rodeando los prados iluminados por el sol.

¡Mas, ved aquel romántico y profundo abismo abierto

en el costado de la verde colina,

bajo la sombra de los cedros!

¡Qué lugar tan agreste!

¡El más sagrado y lleno de encantamientos

que jamás fue visitado bajo la luna menguante

por la mujer que clama por su demonio amante!

Y de este abismo, bullendo en incesante remolino,

como si la tierra respirara con ansioso jadeo,

brotó al instante un abundante manantial;

y en medio de su repentino e intermitente impulso

enormes fragmentos de roca saltaban como el granizo

o como el trigo que se separa de la paja

bajo los golpes del trillador;

y en medio del incesante resonar de las rocas

que danzaban en el aire,

surgió a borbotones el sangrante río.

Trazando laberínticos meandros,

a lo largo de cinco millas discurría

el sagrado río a través de bosques y valles,

hasta llegar a las cavernas inconmensurables para el hombre

y hundirse con su estruendo en un océano sin vida:

y en medio de este estruendo, oyó Kubla a lo lejos

las voces de sus antepasados que profetizaban la guerra,

La sombra del palacio deleitoso

se reflejaba en medio de las olas,

allí donde se oían los ritmos mezclados

del manantial y los abismos.

 

Era una maravilla de peculiar diseño

este palacio de los deleites bañado por el sol

sobre cavernas de hielo.

De una jovencilla que llevaba un dulcémele

tuve una vez una visión:

era una doncella abisinia,

y tocaba su dulcémele

mientras cantaba del monte Abora.

Si fuera capaz de revivir en mí

la música y la letra de su canción

me sentiría penetrado de tan profunda delicia,

que, con música aguda y prolongada,

sería capaz de construir en los aires el palacio,

¡Ese palacio soleado! ¡esas grutas de hielo!

Y todos los que oyeran mi música los verían,

y gritarían todos: ¡Cuidado, cuidado!

¡Mirad sus ojos centelleantes, su cabello desmelenado!

Tejez tres veces en torno a él un círculo

Y cerrad los ojos con terror sagrado,

pues él se ha alimentado de ambrosía

y ha bebido la leche del paraíso.

Samuel Taylor

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