XXV
Cuando en la
noche te envuelven
las alas de tul
del sueño
y tus tendidas
pestañas
semejan arcos
de ébano,
por escuchar
los latidos
de tu corazón
inquieto
y reclinar tu
dormida
cabeza sobre mi
pecho,
diera, alma
mía,
cuanto poseo.
¡la luz, el aire
y el pensamiento!
Cuando se
clavan tus ojos
en un
invisible objeto
y tus labios
ilumina
de una sonrisa
el reflejo,
por leer sobre
tu frente
el callado
pensamiento
que pasa como
la nube
del mar sobre
el ancho espejo,
diera, alma
mía,
cuanto deseo,
¡la fama, el
oro,
la gloria. El genio!
Cuando enmudece
tu lengua
Y se apresura tu aliento
y tus mejillas
se encienden
y entornas tus
ojos negros,
por ver entre
tus pestañas
brillar un
húmedo fuego
la ardiente
chispa que brota
del volcán de
los deseos,
diera, alma
mía,
por cuanto
espero,
la fe, el
espíritu,
la tierra, el cielo.
G. A. Bécquer
Imagen:https://www.google.com/
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