domingo, 25 de agosto de 2024

A Rosario

Yo hacía una divina labor sobre la roca

creciente del orgullo. De la vida lejana,

algún pétalo vívido me voló en la mañana

algún beso en la noche. Tenaz como una loca,

 

seguía mi divina labor de roca

cuando tu voz que funde como sacra campana

en la nota celeste la vibración humana

tendió su brazo de oro al borde de tu boca.

 

-¡Maravilloso  nido de vértigo, tu boca!

Dos pétalos de rosa abrochando un abismo.-

Labor, labor de gloria dolorosa y liviana;

 

¡Tela donde mi espíritu se fue tramando él mismo!

Tú quedas en la testa soberbia de la roca.

Y yo caigo sin fin, en el sangriento abismo.

Manuel Acuña

Imagen:https://www.blogger.com/

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