jueves, 20 de julio de 2023

A las damas

Esposa y sirvienta son lo mismo

pues sólo se diferencian en el nombre,

cuando del fatal anillo surge un abismo;

que nada, nada puede separar.

Cuando ella obedece la solemne palabra,

que el hombre en ley suprema ha formulado,

todo lo amable queda entonces sepultado

y sólo permanece la posesión y el orgullo.

Feroz como un príncipe oriental, él crece,

revelando al fin toda su soberbia innata.

Para mirar, reír o hablar,

sus votos no lo sujetan,

pero a ella, a una infinita  soledad la condenan,

resignando para siempre toda libertad.

Así será gobernada bajo su mando,

temiendo a su esposo como a una deidad.

A él debe obedecer, a él debe servir,

sin jamás actuar, sin jamás decir;

hasta que en  su arrogancia repose, confiado,

dueño del poder, sobre un panteón adorado.

Evitad, dulces doncellas, aquel indeseable estado,

y todo esa adoración que supura odio.

Valoraos a vosotras mismas, y despreciad a los galanes.

Recordad que si sois orgullosas, seréis sabias.

Mary Chudleigh

Imagen:https://www.blogger.com/

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