domingo, 27 de febrero de 2022

Al destino

 

Escrito estaba sí: se rompe en vano

una vez y otra la fatal cadena,

y mi vigor por recobrar me afana.

Escrito estaba: el cielo me condena

a tornar siempre al cautiverio rudo,

y yo obediente acudo,

restaurando eslabones

que cada vez más rígidos me oprimen;

pues del yugo fatal no me redimen

de  mi altivez postreras convulsiones.

 

Heme aquí! ¡Tuya soy! ¡Dispón, destino,

de tu víctima dócil! Yo me entrego

cual hoja seca al raudo torbellino

que la arrebata ciego.

¡Tuya soy! ¡Heme aquí” ¡Todo lo puedes!

Tu capricho es mi ley, sacia tu saña...

pero sabe, ¡oh cruel!, que no me engaña

la sonrisa falaz que hoy me concedes.

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Imagen:https://www.blogger.com/

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