martes, 11 de enero de 2022

El epicedio de Ragnar Lodbrok

 

Con nuestras espadas hemos luchado;

llegando de nuevo a las costas de Gothland

por el asesinato de la serpiente

que hemos recibido de Thor.

A partir de este hecho me llaman hombre

porque traspasé a la víbora.

 

Con nuestras espadas hemos luchado,

pero joven era yo cuando hacia el Este navegaba

por el canal de Oreón

con la sangre de nuestros hombres;

los lobos se deleitaron

así como el buitre negro de amarillas garras.

 

Allí, el acero endurecido resonó

en los hostiles cascos forjados.

Una vasta herida fue todo el océano

y el cuervo hambriento se adentró

 en busca de su premio

en la espesa sangre de los muertos.

 

Con nuestras espadas hemos luchado,

dos años de batalla hemos contado,

altas llevamos nuestras relucientes lanzas

y escuchamos nuestra fama y alabanzas.

En el Este, antes del puerto

(ocho varones hemos derrotado)

las heridas llenaron el océano.

Cansadas de la batalla sin esperanza,

 las huestes se disolvieron.

 

Con nuestras espadas hemos luchado,

cuando al Vístula entramos

con nuestros barcos en formación de batalla.

Hasta el salón de Odín

los valientes helsingian enviaron a sus enemigos.

Entonces las espadas se mordieron , furiosas;

todas las olas se convirtieron en sangre

cuando las mareas se volvieron carmesí;

la espada humeante con una nota de campana

astillo el escudo, la armadura vencida.

 

Con nuestras espadas hemos luchado,

ninguno había caído ese día

hasta que en su barco cayó Herauclus;

ningún valiente barón antes que él

hirió tanto el mar con barcos de batalla;

nunca después de él hubo un jefe

con el corazón más encendido en la lucha.

 

Con nuestras espada hemos luchado,

ahora la hueste arroja sus hebillas,

 lanzas voladoras cayeron sobre los heroicos torsos,

espadas golpearon sobre las rocas.

Ensangrentado fue  el escudo en la masacre

hasta que pereció el real Rufus.

 

Con nuestras espadas hemos luchado;

copioso fue el botín de los cuervos

en los alrededores de las islas

en ese único día de acción;

una entre muchas muertes es poco,

el sol naciente brilló sobre las lanzas,

 sobre los cuerpos de los guerreros postrados.

Flechas de sus arcos fueron lanzadas;

y las armas rugieron en la llanura de Lano,

durante mucho tiempo la virgen lloró esa matanza.

H, P. Lovecraft

Imagen:https://www.google.com/

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