martes, 4 de enero de 2022

Don Juan de los Infiernos

 

Cuando Don Juan Bajó hacia las aguas subterráneas

y una vez hubo dado su limosna a Caronte,

un oscuro mendigo, el ojo orgulloso como Antístenes,

con brazo vengador  y firme agarró cada remo.

 

Mostrando sus pechos colgantes y sus vestidos abiertos

las mujeres se retorcían bajo el negro firmamento,

y, como un gran rebaño de víctimas disponibles,

detrás de él arrastraban un largo bramido.

 

Sganarelle, riéndose, le exigía su salario,

al  mismo tiempo que Don Luis, con dedo tembloroso

indicaba a todos los muertos errantes por las orillas,

al hijo atrevido que se burlaba de su blanca frente.

 

Temblando bajo su duelo, la casta y delgada Elvira

cerca del marido pérfido, quien fue su amante,

parecía reclamarle una suprema sonrisa

donde brillara el dulzor de su primer juramento.

 

Erguido con su armadura, un hombretón de piedra

se paró al timón y cortó la negra corriente,

sin embargo, el tranquilo héroe, inclinado sobre su espada,

miraba la estela y no se dignó a ver nada.

Charles Baudelaire

Imagen:https://www.google.com/

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