La oración del ateo
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca
dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo
vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi alma endulzóme noches
tristes.
¡Qué grade eres, mi Dios! Eres tan
grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se espande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa
Dios no existe, pues si Tú existieras,
existiría yo también de veras.
Unamuno
Imagen:https://www.blogger.com/