jueves, 17 de abril de 2025

El discípulo

Cuando Narciso murió, el río de sus delicias se transformó de una copa de agua dulce en una copa de lágrimas saladas, y las Oréades vinieron llorando por los bosques a cantar junto al río y a consolarle:

-No nos extraña que llores así. ¿Cómo no ibas a amar a Narciso con lo bello que era?

-¿Pero Narciso era bello?

-¿Quién mejor que tú puede saberlo? respondieron las Oréades. Nos despreciaba a nosotras, pero te cortejaba a ti, e inclinado sobre tus orillas, dejaba reposar sus ojos sobre ti, y contemplaba su belleza en el espejo de tus aguas.

Y el río contestó:

-Si amaba yo a Narciso era porque , cuando inclinado en mis orillas, dejaba reposar sus ojos en mí, en el espejo de sus ojos veía reflejada yo mi propia belleza.

Óscar Wilde

Imagen:https://www.blogger.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario