miércoles, 6 de abril de 2022

La Danza de la muerte

El guardián miró hacia abajo en el medio de la noche:

sobre las tumbas que yacían dispersas allí,

con su luz plateada la luna llenaba el espacio,

y la iglesia como el día parecía brillar,

entonces vio rimero una tumba y luego otra que se abría,

y hombres y mueres fueron vistos al avanzar,

envueltos en pálidas y níveas mortajas.

 

Apurados por correr pronto doblaron los tobillos,

girando en rondas y danzas tan alegres,

el joven y el viejo, el rico y los pobres.

Pero las mortajas les molestaban,

y como la modestia no puede perturbarlos,

se sacudieron, y pronto aparecieron los sudarios

dispersos y confusos sobre las tumbas.

 

Entonces agitaron las piernas, estremecieron los muslos, 

mientras la tropa con extraños gestos avanzaba,

los gritos y clamores se elevaron alto,

hasta que el tiempo y la danza marcaron el mismo ritmo.

La vista del guardián parecía abrumada de maravillas, 

cuando el villano Tentador le habló así al oído:

aprovecha una de las mortajas que allí yacen.

 

Rápido como el pensamiento la tomó y huyó

detrás del portal de la capilla a toda velocidad;

la luna seguía derramando su blanquecina luz

sobre la danza que temerariamente se desarrollaba.

Pero los bailarines se fueron retirando uno a uno,

y sus mortajas, mientras se desvanecían, reposaron,

y bajo el césped todo estaba tranquilo.

 

Pero uno de ellos tropieza y queda tendido allí,

e intenta alcanzar el sepulcro con desesperación;

sin embargo, sus camaradas lo ignoraban,

y él percibió el aroma del sudario en el aire.

Así que agitó la puerta, pues el guardián se protegía,

para repeler al enemigo, bajo el bendito peso

de las cruces de metal.

 

El sudario debe conseguir, pues sin él no hay descanso, 

permaneció unos instantes reflexionando

sobre los ornamentos góticos que el espectro ansiaba,

¡Pobre guardián! ¡Su destino está sellado!

Como una larga y espantosa araña, en súbito andar,

así avanzaba el pérfido y espantoso gusano.

 

El guardián tembló, y la palidez lo sobrecogió:

mientras el fantasma buscaba su sombría mortaja,

cuando al final (ahora nada puede salvarlo)

en un diente de hierro fue capturado,

cuando el luctuoso brillo de la luna se apagaba,

cuando sonoro estalló el trueno de la campana,  

desvaneciendo el esqueleto deshecho en átomos.

Johgann Wolfgang Von Goete

Imagen:https://www.blogger.com/

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