El llanto
Al declinar la tarde se acercan los
amigos;
pero la vocecita no deja de llorar.
Cerramos las ventanas, las puertas,
los postigos,
pero sigue cayendo la gota de pesar.
No sabemos de dónde viene la vocecita;
registramos la granja, el establo, el
pajar.
El campo en la tibieza del blanco sol
dormita,
pero la vocecita no deja de llorar.
-¡La noria que chirría! -dicen los más
aguodos-
Pero ¡si aquí no hay norias! ¡Qué cosa tan singular!
Se contemplan atónitos, se van
quedando mudos
porque la vocecita no deja de llorar.
Ya es franca desazón lo que antes era
risa
y se adueña de todos un vago malestar,
y todos se despiden y se escapan de
prisa,
porque la vocecita no deja de llorar.
Cuando llega la noche, ya el cielo es
un sollozo
y hasta finge un sollozo la leña del
hogar.
A solas, sin hablarnos, lloramos un
embozo,
pero la vocecita no deja de llorar.
Alfonso Reyes
Imágenes:https://www.google.com/
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