El pecado del ángel
Siempre cuando en su alcoba perfumada
la amada desnudarse pretendía,
el Ángel de la Guarda se salía
al momento del cuarto de la amada.
De la vecina estancia distinguía,
con el placer de una alma enamorada,
el ruido de la seda liberada
de aquella dulce y blanca
tiranía.
Una noche el buen Ángel, de repente,
en el espejo vio las maravillas
de aquel desnudo cuerpo
transparente.
Y al sentir que en pasión se iba
abrasando,
cayó, como un esclavo, de rodillas
ante la luna del cristal llorando.
Ciro Mendía
Imagen:https://www.google.com/
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