jueves, 5 de diciembre de 2019

El pecado del ángel

Siempre cuando en su alcoba perfumada
la amada desnudarse pretendía,
el Ángel de la Guarda se salía
al momento del cuarto de la amada.

De la vecina estancia distinguía,
con el placer de una alma enamorada,
el ruido de la seda liberada
de aquella dulce y blanca tiranía. 

Una noche el buen Ángel, de repente,
en el espejo vio las maravillas
de aquel desnudo cuerpo transparente. 

Y al sentir que en pasión se iba abrasando,
cayó, como un esclavo, de rodillas
ante la luna del cristal llorando.


Ciro Mendía


Resultado de imagen de Ángel arrodillado

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