jueves, 5 de julio de 2018

Interrogaciones

Resultado de imagen de Interrogaciones Gabriela Mistral

¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas?
¿Un cuajo entre la boca, las dos sienes vacías,
las lunas de los ojos albas y engrandecidas
hacia un ancla invisible las manos orientadas?

¿O Tú llegas después que los hombres se han ido
y les bajas el párpado, sobre el ojo cegado,
acomodas las vísceras sin dolor y sin ruido
y entrecruzas las manos sobre el pecho callado?

El rosal que los vivos riegan sobre su huesa,
¿no le pinta a sus rosas unas formas de herida?
¿No tiene acre el olor, siniestra la belleza
y las frondas menguadas de serpientes tejidas?

Y responde, Señor: cuando se fuga el alma
por la mijada puerta de las largas heridas,
¿entra en la zona tuya hendiendo el aire en calma
o se oye un crepitar de alas enloquecidas?

¿Agosto cerco lívido se aprieta en torno suyo?
El eter, ¿es un campo de monstruos florecido?
En el pavor, ¿no aciertan ni con el nombre suyo?
¿O le gritan y sigue tu corazón dormido?


¿No hay un rayo de sol que los alcance un día?
¿No hay agua que los lave de sus estigmas rojos?
Para ellos, ¿solamente queda tu entraña fría,
sordo tu oído fino y apretados tus ojos?

Tal el hombre asegura por error o malicia;
mas yo, que te he gustado como un vino, Señor,
mientras los otros siguen llamándote justicia,
no te llamaré nunca otra cosa que ¡Amor!

Yo sé cómo el hombre fue siempre zarpa dura;
la catarata, vértigo; aspereza, la sierra.
Tú eres el vaso donde se esponjan de dulzura
los nectarios de todos los huertos de la tierra.


Gabriela Mistral


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