viernes, 31 de mayo de 2013

La madre



Estrella vigilante y silenciosa
que en el misterio de la noche oscura
vierte la luz de una mirada pura
sobre la cuna de color de rosa.

Hada madrina que jamás reposa;
voz que constante una oración murmura;
mano dispuesta a bendecir, ternura
siempre presente y siempre generosa.

Relicario inmortal del sentimiento;
árbol que da la vida, el alimento;
y la tibia frescura de su sombra.

Inagotable fuente de cariño.
Primer vocablo que pronuncia el niño
y último ser que el moribundo nombra.

I. Lleras Restrepo

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