lunes, 5 de mayo de 2025

Suspiro

Si en tus recuerdos ves algún día

entre la niebla de los pasados

surgir la triste memoria mía

medio borrada ya por los años,

piensa que fuiste siempre mi anhelo

y si el recuerdo de amor tan santo

mueve tu pecho, nubla tu cielo,

llena de lágrimas tus ojos garzos;

¡Ah, no me busques aquí en la tierra

donde he vivido, donde he luchado,

sino en el reino de los sepulcros

donde se encuentran paz y descaso.

José Asunción Silva

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martes, 29 de abril de 2025

Un bosque silencioso

Oh, silencioso bosque, te atravieso

con el corazón tan lleno de miseria

por todas las voces que caen de los árboles,

y las hierbas que rasgan mis piernas.


Deja que me siente en tu sombra más oscura,

mientras los grises búhos vuelan sobre ti;

allí he de rogar tu bendición:

no convertirme en una ilusión,

no desvanecerme en un lento letargo.

 

Escrutando a través de las penumbras,

como alguien vacío de vida y esperanzas,

congelada como una esculturaa de pedra,

me siento en tu sombra, pero no sola.

 

¿Podrá Dios traer de vuelta aquel día,

en el que como dos figuras sombrías

nos agitamos bajo las hojas tibias

en este silencioso bosque?

Elizabeth Sidal

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miércoles, 23 de abril de 2025

Ausencia

Ah, él se ha ido, y yo estoy sola;

¡qué oscuro y lúgubre parece el momento!

Así es, cundo el alegre sol flota en el viento,

la noche se precipita sobre el clima oriental.

 

¿No hay una estrella que alumbre la noche,

un suave crepúsculo que acaso calme mi pecho?

Sí, la memoria arroja su mágica luz,

agradable como el occidente dorado del cielo.

 

Y la esperanza del amanecer -¡Oh más brillante

que las nubes que arden en el Este;

más bienvenido que la estrella de la mañana,

es el querido pensamiento- ¡él regresará!

Mary Shelly

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jueves, 17 de abril de 2025

El discípulo

Cuando Narciso murió, el río de sus delicias se transformó de una copa de agua dulce en una copa de lágrimas saladas, y las Oréades vinieron llorando por los bosques a cantar junto al río y a consolarle:

-No nos extraña que llores así. ¿Cómo no ibas a amar a Narciso con lo bello que era?

-¿Pero Narciso era bello?

-¿Quién mejor que tú puede saberlo? respondieron las Oréades. Nos despreciaba a nosotras, pero te cortejaba a ti, e inclinado sobre tus orillas, dejaba reposar sus ojos sobre ti, y contemplaba su belleza en el espejo de tus aguas.

Y el río contestó:

-Si amaba yo a Narciso era porque , cuando inclinado en mis orillas, dejaba reposar sus ojos en mí, en el espejo de sus ojos veía reflejada yo mi propia belleza.

Óscar Wilde

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sábado, 12 de abril de 2025

Entre el dolor y el placer

Entre el dolor y el placer median tres criaturas,

de las cuales la una mira a un muro,

la segunda usa de ánimo triste

y la tercera avanza de puntillas;

pero, entre tú y yo,

sólo existen segundas criaturas.

Apoyándose en mi frente,

 el día conviene en que, de veras,

hay mucho de exacto en el espacio;

pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamaño,

principia ¡ay! por mi boca,

¿quién me preguntará por mi palabra?

Al sentido instantáneo de la eternidad

corresponde este encuentro investido de hilo negro,

pero a tu despedida temporal,

tan solo corresponde lo inmutable, 

tu criatura, el alma, mi palabra.

César Vallejo

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sábado, 5 de abril de 2025

La oración del ateo

Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,

y en tu nada recoge estas mis quejas,

Tú que a los pobres hombres nunca dejas

sin consuelo de engaño. No resistes


a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.

Cuando Tú de mi mente más te alejas,

más recuerdo las plácidas consejas

con que mi alma endulzóme noches tristes.

 

¡Qué grade eres, mi Dios! Eres tan grande

que no eres sino Idea; es muy angosta

la realidad por mucho que se espande

 

para abarcarte. Sufro yo a tu costa

Dios no existe, pues si Tú existieras,

existiría yo también de veras.

Unamuno

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domingo, 30 de marzo de 2025

Melancolía

Oh muerte, yo te amo, pero te doro, vida…

cuando vaya en mi caja para siempre dormida,

haz que por vez postrera

penetre mis pupilas el sol de primavera.


Déjame algún momento bajo el color del cielo,

deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo…

era tan bueno el astro que en la aurora salía

a decirme: Buendía.


No me asusta el descanso, hace bien el reposo,

pero antes que me bese el viejo piadoso

que todas las mañanas,

alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.

Alfonsina Storni

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